El suicidio es un tema del que poco se habla debido a razones como miedo, desconocimiento, estigma, asociación a signos de debilidad, de “incapacidad” para solucionar problemas, entre otros.  La realidad es que es un problema muy frecuente, tanto así que cada 40 segundos se suicida una persona en el mundo, por lo que vemos fundamental que tengas información fidedigna al respecto.

Anualmente, cerca de 800,000 personas se quitan la vida y por cada una de ellas otras VEINTE más intentan hacerlo. Es inevitable que los suicidios ocurran a cualquier edad, siendo los grupos de mayor riesgo los adolescentes, adultos jóvenes y los adultos mayores.  De hecho, según datos de la OMS, el suicidio es la segunda causa principal de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años en todo el mundo.  Aunque lo intentan más las mujeres, mueren más hombres a causa de suicidio.

Existe la falsa creencia que los suicidios ocurren en personas con recursos socioeconómicos altos y en países ricos, pero los datos existentes indican que el 79% de ellos suceden en países de ingresos bajos y medios.  Se estima que alrededor de un 20% de todos los suicidios se realizan con intoxicación por plaguicidas, la mayoría de ellos en zonas rurales agrícolas, y que otros métodos utilizados comúnmente son el ahorcamiento y las armas de fuego.

Se ha observado que las personas que tienen dificultad para afrontar tensiones de la vida como problemas financieros, rupturas de relaciones o dolores y enfermedades crónicas tienen mayor riesgo de suicidio y pueden hacerlo impulsivamente en momentos de crisis.

Los factores individuales de riesgo de suicidio se relacionan con la probabilidad de que una persona tenga más comportamientos suicidas, estos son:

  1. Un intento de suicidio previo es el factor de riesgo más importante, incluso un año después de sucedido el intento.
  2. Hay un vínculo bien establecido entre el suicidio y los trastornos mentales. El 90% de personas que se suicida padecen de un trastorno psiquiátrico relacionado a depresión, abuso en el consumo de alcohol, otras sustancias, trastorno bipolar, ansiedad, etc.; aunque el riesgo de suicidio varía con el tipo de trastorno que se padezca.
  3. Todos los trastornos ocasionados por el consumo de alcohol u otras sustancias acompañan entre el 25 y 50% de suicidios; además se ha notado que 22% puede atribuirse al uso de alcohol.
  4. Si dos, o más, de las condiciones mencionadas en los incisos b y c aparecen juntas, los riesgos aumentan incluso más y pueden ocurrir en momentos de mayor estrés o crisis.
  5. La desesperanza: el pensar que no hay nada más por delante, el sentir que el dolor emocional es muy intenso y que no hay posibles soluciones.
  6. Entre las personas que padecen dolor crónico o enfermedades crónicas (cáncer, diabetes, VIH/SIDA) se ha registrado 2 a 3 veces más de conductas suicidas que en la población general. Estas enfermedades se acompañan de dolor, discapacidad, alteraciones en el desarrollo nervioso y angustia.
  7. Los antecedentes de suicidio en la familia o seres queridos causan angustia, culpa, vergüenza, ira, tristeza, ansiedad, lo cual puede afectar la dinámica familiar y las fuentes previas de apoyo. Todo ello pone en riesgo la salud mental de la familia y disminuye el umbral del suicidio de quienes están en duelo.  Además, no podemos olvidar que también existen factores genéticos y biológicos que pueden identificarse en algunas familias.

Existen, por otro lado, factores individuales, familiares y comunitarios que ayudan a prevenir el suicidio y proteger a las personas de él.  Esto se trabaja a través de la reducción de los factores de riesgo, así como el fortalecimiento de vínculos afectivos y aumentar la capacidad de recuperación.  Otros factores protectores son las sólidas relaciones interpersonales, creencias espirituales o religiosas, fortalecimiento de mecanismos de afrontamiento positivos y búsqueda de bienestar como forma de vida.

Es de suma importancia tener en cuenta que un solo suicidio es una enorme tragedia para familiares, amigos, compañeros de escuela, maestros y comunidades en general, por lo tanto, causa un gran impacto en la salud emocional de quienes lo sobreviven y pueden ocasionar duelos complicados.  Se calcula que por cada persona que se suicida, por lo menos, 5 personas cercanas quedarán muy afectadas.

El estigma y el desconocimiento existente alrededor del suicidio y las enfermedades psiquiátricas ocasiona que las personas y familias no busquen ayuda, por lo tanto, se privan de recibir el apoyo profesional necesario. Para prevenir el suicidio es imprescindible sensibilizarnos ante el tema, comprender las múltiples causas y diversas formas de abordaje, es importante también hablar del problema para analizarlo abiertamente y sin prejuicios.

El suicidio puede prevenirse, aquí algunas recomendaciones:

  1. Tomar seriamente a las personas que hablan o amenazan con suicidarse o que presentan otras conductas que pueden ser de alarma.
  2. Buscar información responsable.
  3. Escuchar atentamente y no juzgar a la persona.
  4. Compartirle sentimientos de empatía y seguridad.
  5. Buscar tratamiento psiquiátrico para identificación temprana del problema y proveerle el tratamiento y el seguimiento adecuado.
  6. Apoyar el tratamiento psiquiátrico con terapia psicológica clínica.
  7. Mantenerlas alejadas de cualquier medio que pueda utilizarse para suicidarse.
  8. Buscar apoyo de familiares y seres queridos.

Las personas que sufren por pensamientos, planes o intentos de suicidio necesitan intervención psiquiátrica urgente e inmediata, así como también apoyo psicológico. El suicidio puede prevenirse y siempre es importante salvar una vida. ¡Busca ayuda para ti o para tu ser querido!

Fuentes: Datos OMS, mhGAP programme, www.mayoclinic.org, www.who.int, www.nimh.nih.gob

 

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