Inteligencia emocional (IE) es un término creado por dos investigadores, Peter Salavoy y John Mayer, y popularizado por Daniel Goleman en su libro del mismo nombre de 1995.

Goleman (1995) define la inteligencia emocional como: “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”.

Es la capacidad para la auto-reflexión: Identificar las propias emociones y regularlas de forma apropiada. Definimos Inteligencia Emocional (EI) o Coeficiente Emocional (CE) como la capacidad de:

Reconocer, comprender y gestionar nuestras propias emociones.
Reconocer, comprender e influir en las emociones de los demás.
En términos prácticos, esto significa ser conscientes de que las emociones pueden impulsar nuestro comportamiento e impactar en las personas, ya sea positiva o negativamente, y aprender a manejar esas emociones, tanto las nuestras como las de los demás, especialmente cuando estamos bajo presión.

En general, se dice que la inteligencia emocional incluye al menos tres habilidades: conciencia emocional, o la capacidad de identificar y nombrar las propias emociones; la capacidad de aprovechar esas emociones y aplicarlas a tareas como pensar y resolver problemas; y la capacidad de manejar las emociones, que incluye tanto regular las propias emociones cuando es necesario, como ayudar a otros a hacer lo mismo.

“La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”.

¿Cuándo debería modular mi inteligencia emocional?

Recibir y hacer comentarios
Cumplir plazos ajustados
Lidiar con relaciones desafiantes
No tener suficientes recursos
Lidiar con el cambio
Hacer frente a los reveses y al fracaso

Un individuo emocionalmente inteligente es a la vez consciente de sus propios estados emocionales, incluso la negatividad (frustración, tristeza o algo más sutil) y además es capaz de identificarlos y manejarlos. Estas personas están especialmente sintonizadas con las emociones que otros experimentan. Es comprensible que la sensibilidad a las señales emocionales tanto de uno mismo como del entorno social, puede transformarle en un mejor amigo, padre, líder o pareja. Afortunadamente, estas habilidades se pueden perfeccionar.

La investigación muestra que los líderes exitosos y las personas con un desempeño superior tienen habilidades de inteligencia emocional bien desarrolladas. Esto les permite trabajar bien con una amplia variedad de personas y responder eficazmente a las condiciones rápidamente cambiantes en el mundo de los negocios. De hecho, la inteligencia emocional de una persona puede ser un mejor predictor del éxito en el desempeño que la inteligencia.

La investigación muestra que los líderes exitosos y las personas con un desempeño superior tienen habilidades de inteligencia emocional bien desarrolladas.

¿Qué es más importante: coeficiente intelectual o inteligencia emocional?

Para tener éxito, la inteligencia emocional tiene una importancia tan grande como el coeficiente intelectual. Los investigadores han demostrado que nuestro éxito en el trabajo o en la vida depende de la inteligencia emocional en un 80% y solo en un 20% del intelecto. Si bien nuestro intelecto nos ayuda a resolver problemas, hacer cálculos o procesar información, la inteligencia emocional (EQ) nos permite ser más creativos y usar nuestras emociones para resolver nuestros problemas.

La inteligencia emocional es la capacidad de percibir y expresar las emociones en el pensamiento, es decir comprender el prisma de las emociones y ajustarnos a las propias y a las de los demás. A diferencia de la inteligencia lógico-matemática, que sufre modificaciones insignificantes una vez que finaliza la adolescencia, la inteligencia emocional puede desarrollarse con el tiempo, sin límite de edad, con la condición de que se le brinde la atención y el esfuerzo necesarios.

La inteligencia emocional puede desarrollarse con el tiempo, sin límite de edad, con la condición de que se le brinde la atención y el esfuerzo necesarios.

Cómo mejorar tu inteligencia emocional

La buena noticia es que la inteligencia emocional se puede aprender y desarrollar. Algunas estrategias que se pueden utilizar:

Observe cómo reacciona ante las personas. ¿Se apresura a juzgar antes de conocer todos los hechos? Pregúntese, ¿Estaré estereotipando? Observe honestamente cómo piensa e interactúa con las demás personas. Trate de ponerse en su lugar y sea más abierto y acepte sus perspectivas y necesidades.

Observe su entorno de trabajo. ¿Busca atención por sus logros? La humildad puede ser una cualidad maravillosa, y no significa que sea tímido o carezca de confianza en sí mismo. Cuando practica la humildad, expresa conocer lo que hace, y que se puede confiar en ello.

Brinde a los demás la oportunidad de sobresalir: concéntrese en ellos y no se preocupe demasiado por recibir elogios por usted mismo.

Haga una autoevaluación. ¿Cuáles son sus debilidades? ¿Está dispuesto a aceptar que no es perfecto y que podría trabajar en algunas áreas para convertirte en una mejor persona? Tener el coraje de verse a sí mismo honestamente, puede cambiar su vida.

Examine cómo reacciona ante situaciones estresantes. ¿Se enoja cada vez que hay un retraso o algo no sucede de la manera que desea? ¿Culpa a otros o se enoja con ellos, incluso cuando no es su culpa? La capacidad de mantener la calma y el control en situaciones difíciles es muy valorada, tanto en el mundo empresarial como fuera de él.

Examine cómo sus acciones afectarán a otros, antes de tomar dichas acciones. Si su decisión afectará a otros, póngase en su lugar. ¿Cómo se sentirán si hace eso? ¿Le gustaría esa experiencia? Si debe tomar medidas, ¿cómo puede ayudar a otros a lidiar con los efectos?

Mantenga sus emociones bajo control cuando las cosas salgan mal. Asuma la responsabilidad de sus acciones. Si hiere los sentimientos de alguien, discúlpese personalmente, ignorar o evitar a la persona no ayudará en nada. La gente generalmente está más dispuesta a perdonar y olvidar si hace un intento honesto de hacer las cosas bien.